by Xxana » Sun Jul 20, 2025 10:58 pm
Capítulo 1:
Lunes, 2 de Abril de 2001
Parte 1
Desperté en una cama bastante cómoda, cubierta con una sábana y un edredón. Como si nada, me senté en la cama mientras me frotaba los ojos, para darme cuenta al momento de que aquel lugar no era de ninguna manera mi habitación. Apagué la alarma que me había despertado, que sonaba en un viejo reloj digital. Me levanté de la cama y vi que llevaba puesta una camiseta que me quedaba grande y unos pantalones cortos, a parte de las bragas que sentía sobre mis intimidades. Aunque decir mis intimidades era algo relativo, porque al ponerme en pie me noté mucho más ligera de lo habitual, además parecía que me había vuelto más baja y tenía menos pecho. Algo asustada por aquellas sensaciones, busqué un espejo en la habitación. Esta, estaba totalmente hecha de madera excepto por una ventana, aunque la mitad superior de las paredes tenían pintura blanca. Era pequeña: solo tenía la cama, un escritorio, una estantería y un armario estrecho. Tanto la puerta como la pared al lado de la cama parecían correderas e incluso plegables, con un estilo muy japonés. Encontré un espejo en la estantería, en la que también vi un montón de libros con los lomos en japonés. Eso no me dio muy buena sensación, pero más me asusté al ver “mi” cara. En cierto modo seguía pareciendo yo, pero si hubiera nacido en Asia. Mis rasgos eran japoneses, además mi pelo parecía más liso de lo habitual. Por otra parte, estaba mucho más joven, lo cual no me desagradaría si no fuera porque aquello no tenía sentido. Nerviosa, busqué en mi muñeca el reloj que Miguel me había dicho que tocara para pausar la simulación, pero no estaba. No estaba. Sin dudar, procedí a llamar a mi amigo. Grité “Miguel” un par de veces, hasta que unos pasos fuera me asustaron. Escuché a un hombre de voz profunda hablar en japonés, supuse que a mí.
—¿Mei? ¿Todo bien? Date prisa, hoy es tu primer día de secundaria.
Yo tragué saliva antes de contestar, nerviosa. Por suerte, hablaba japonés por el trabajo.
—Ya voy —dije con toda la seguridad que pude.
Escuché cómo el hombre bajaba lo que debían ser unas escaleras y yo di un par de vueltas por la habitación sin saber qué hacer. La voz del hombre me sonaba, pero no podía decir de qué. Y además, ¿quién era Mei? ¿Yo? ¿Le había robado el cuerpo a otra chica como si esto fuera algún tipo de serie macabra?
Esperé un poco a ver si recibía respuesta de Miguel, mientras miraba por la ventana para ver si me daba un poco de información. Y vaya si me la dio, allí abajo pude ver una calle adoquinada llena de negocios que era bastante familiar para mí. Estaba en el Barrio Comercial de Inazuma. Entonces aquel hombre tenía que ser Seigou Hibiki, el veterano del Inazuma Eleven. Me aparté de la ventana sin que Miguel diera señales de vida y decidí que debía enfrentarme a lo que fuera que estaba pasando en esa simulación. En la silla de mi escritorio había un sencillo uniforme del Raimon, que reconocería aquí y en cualquier parte. Mientras me lo ponía, indagué un poco más en la habitación. En un maletín lleno de libros de texto encontré una cartera con una tarjeta de ID en la que salía mi foto y el nombre Mei Kobayashi, que había nacido el 28 de marzo de 1988, una dirección y el nombre de mis padres Yuko y Genji. Hibiki no se llamaba Genji, así que él no debía ser mi padre. Tampoco me sonaba que tuviera mujer o hijos. ¿Entonces qué hacía en su casa? Mientras le daba vueltas también cogí un móvil, pude ver que era el día 2 de abril de 2001. Entonces acababa de cumplir 13 años. Tardé unos segundos en darme cuenta de que estaba en el año 2001 y tenía un smartphone en la mano, lo cual no tenía mucho sentido. Aunque claro, si yo ya no estaba en mi mundo, que algo tuviera o no sentido era bastante relativo. Una vez tuve bien acomodados la camisa y la falda del uniforme, me coloqué el lazo de color naranja. No encontré ningún peine ni ningún artículo de higiene personal, así que guardé el móvil y la cartera en el maletín, junto a unos auriculares que había en el escritorio, y salí de la habitación. Una vez fuera me encontré con un pequeño salón que a penas tenía un kotatsu, varios cojines, una televisión y un sofá para dos. También había un baño, en el que pude asearme y peinarme. Aunque no me aventuré a lavarme los dientes, no sabía cuál de los dos cepillos de dientes sería el mío. Pero al menos así supe que en esa casa vivíamos solo dos.
Cuando bajé las escaleras, no pude evitar sonreír al encontrarme el restaurante RaiRai tras una puerta corredera que estaba abierta. Allí, Hibiki estaba colocando varios platos de desayuno en una de las mesas. No sabía cómo se suponía que debía llamarlo, así que simplemente lo saludé con mi mejor cara.
—Buenos días.
—Buenos días —repitió con una enorme sonrisa—. Desayuna rápido, o se te enfriará —me dijo mientras me invitaba a sentarme frente a él.
Yo simplemente le hice caso y tomé asiento. El desayuno estaba compuesto de un bol de arroz, sopa de miso y un poco de pescado. Mientras ambos comíamos, me preguntó si había dormido bien y si estaba lista para el primer día de clase. Yo le dije que todo estaba bien, que tenía muchas ganas.
—Recuerda estar en el aula cinco minutos antes de las ocho y media, hay profesores que pueden ser muy exigentes.
Yo asentí. Así que empezaba las clases a las ocho y media, eso era información importante.
Al terminar de desayunar, eran poco más de las ocho. Revisé que en mi maletín hubiera alguna libreta y algún lápiz y cuando me consideré lista fui hacia la salida del local. Me puse unos pequeños zapatos de mujer de piel que estaban fuera del zapatero y, bajo la atenta mirada de Hibiki, salí del restaurante. Esperaba no estarme comportando raro en relación a la verdadera Mei.
Una vez cerré la puerta detrás de mí, saqué del maletín el móvil que había cogido de la habitación. Descubrí que podía desbloquearlo con mi huella dactilar y, mientras caminaba hacia lo que recordaba que era la salida del área comercial, busqué una aplicación que me pudiera guiar hacia el instituto. No tardé en encontrar una que se llamaba Mirai☆Maps y busqué el Raimon. Por suerte, no tardaría más de un cuarto de hora en llegar. Mientras caminaba, pude ver la Ciudad de Inazuma en primera persona. Era algo emocionante, aunque lo hubiera sido más de no estar en el cuerpo de otra persona y sin saber qué había pasado con la vida que llevaba hasta ahora. También estuve mirando en el móvil una aplicación de mensajería llamada Mirai☆SMS y la red social Mirai☆Post. En ninguna de las dos parecía que esta chica tuviera muchas amistades, de hecho a través del SMS los únicos mensajes recientes eran de Hibiki, que estaba guardado como Tío. ¿Quizás debía llamarlo así? El resto de gente apenas parecía desearle mucha suerte en la nueva etapa de su vida (suponía que se referían a la secundaria) y le decían que ya se verían o que ya irían hablando. Pero casi todos los mensajes eran de hacía semanas. Tampoco encontré nada sobre los padres, ni había más llamadas recientes que un par de números de publicidad y unas cuantas de Hibiki. En el Mirai☆Post, parecía que seguía a varias personas que vivían en un barrio de Kyoto, pero a ninguna aquí en Inazuma. Supuse que acababa de mudarse. Eso me facilitaba mucho las cosas para poder salir airosa de toda esta situación.
Continuará...

